lunes, 6 de junio de 2011

Soñanza 31

Copyright RAÚL BARCELOS
Sad Eyes

Hoy tengo lo que yo llamo "Blue Gran Vía". Todo el rock más blandito que una se pueda imaginar.


Para los chicos es algo de otro planeta. Para las chicas es "eso" que todas conocemos; de todas formas, yo lo aprovecho para sentirme la prota indiscutible de un plano secuencia que se prolonga por los cines, el Vips, los teatros, con esos bailarines dándolo todo y  que te ponen la piel de gallina desplumá. Porque digo yo: ¿para qué tanto movimiento muchacho? ¡deja ya de sonreír de esa manera tan, tan natural!. 
Y luego claro, te les imaginas tendiendo camisetas de esas rollo ochenta mientras levantan la pierna hasta el tendedero. Muy viril. 


De todas formas no puedes perderte ni un segundo de esa peli, porque hay tanta gente pasando a mi lado medio zombi, todos atontados, como hormiguitas cabizbajas, cargando con algo gris, muy gris, y seguro que cada uno con ganas de echarse unas lagrimitas de esas que no sabes por qué lloras, pero lloras. Y como dice mi Bruce: "supongo que los ojos tristes nunca mienten".


No me apetece nada llegar al metro, así que me voy a parar en frente del suepes de neón, voy a cerrar los ojos, voy a subir el volumen de mi Spotify, y empiezo a girar como una peonza pirada; eso parece decir acercándose con su mirada un gordito que se parece a un oso amoroso. A mi me sale una sonrisa picarona, porque yo no voy para abajo o para arriba, solo giro, como una tonta sí; ¡pero giro! A mi no me lleva la corriente chavales, ¡soy un remolino en un arroyo, me resisto a la corriente! (es muy Zen, pero qué cursi por Dios).


Está claro que esta canción la pongo en la carpeta de favoritos, con su estrellita amarilla.


Me voy al metro.


" I guess sad eyes never lie", sigue la canción...


 Qué bonito madre mia, que me pongo a llorar otra vez...


Nandy, por Gran Vía, pero podría ser por cualquier lugar.

martes, 29 de marzo de 2011

Soñanza 30

Copyright RAÚL BARCELOS
Amarillo

Cae la tarde y el Sol luce un extraño amarillo, y yo caigo irremediablemente en un sueño negro, como una mosca que huye en picado, en contra de como huyen todas las moscas.



Nandy


lunes, 28 de marzo de 2011

Soñanza 29















Copyright RAÚL BARCELOS


¿Claustrofobia es tener miedo a Santa Claus?




A veces me siento un poco señorita Muffet, una pequeñita e inocente niña de la época victoriana, capaz de asustarse con una araña de mentiras colgada de un palo (fíjese usted qué cosas tiene la treintañera).

Y es que no puedo, y mira que lo intento, dejar de mirar a los niñatos que se encuentran sentados, como en el sofá de su casa, en un típico Starbacs (no diré el verdadero nombre porque no me pagan por hacerles publicidad, y supongo que vosotros no seréis tan listillos de adivinarlo), todos ellos rozando esa edad en la que te das cuenta de que un pene no es aquello que le cuelga a un chico que va a tu clase, sino algo que además, se levanta. Y no puedo, por más que lo intento, sentir un poquito de lástima por dejar tan rápido la inocencia de cuando era una muñequita, con un flequillito que mi madre se empeñaba en peinarme con entusiasmo por la mañana recién vestida para ir al cole. Ese flequillo, que luego era ingobernable cuando te querías poner la diadema, y te dejaba una especie de toldo ralo y electrizado. 

Dejamos tan rápido la época probablemente más especial de nuestras vidas. Y qué curioso, es precisamente esa época, en la que no nos damos cuenta precisamente de nada, de lo que pasa alrededor. Ni siquiera de unos niñatos que ya se están dando cuenta de que lo que sube, no es precisamente el flequillo, y así no pararán de fijarse hasta que ni con ayuda pastillera, vuelva a subir jamás.

Me encantaría volver a sentarme junto a mi papá, en la mesa del comedor y preguntarle con toda la inocencia del mundo mundial: ¿Papá, si Aracnofobia es tener miedo a las arañas, Claustrofobia es tener miedo a Santa Claus?.

Por cierto, el niñato ese promete...

Nandy

jueves, 10 de marzo de 2011

soñanza 28









Copyright RAÚL BARCELOS


Donuts, tortitas y coffee




Esta mañana me pregunto que en qué momento decidí comprarme la cafetera superfashion "Mestreso", porque todavía no he podido entender dónde se queda el glamour de su buenorro y pagado protagonista al prepararte el desvirtuado café encapsulado. 

¡Hace un horrendo ruido por Dios!

No entiendo para qué leches me dejé tantos euros estudiando marketing. Es una especie de plasticucho de los chinos, que solo hace por estropearme más el humor de jeta con el que me levanto.  

No lo entiendo. ¿Por qué dejaría de lado mi cafetera italiana de diseño retro, con su restos de cafés imposibles de eliminar de sus juntas, tan duras y agresivas, casi diría yo que es un cafetero italiano, rudo y firme, resuelto y dispuesto a darte lo mejor de si. "Toma cariño, tu café", diría. "Lo acompañaría con unos donuts rellenos de crema o con tortitas de nata natural y recién montada", remataría con una sonrisa radiante, con su conjunto de camisa y mandil inexplorado.  

Y yo, como una tonta, no sabría si coger la taza de café, untar el donuts, o echarme la nata por encima y decirle: "tu café si que es cien por cien arábica gran altura". 

What else?

Nandy