Hoy tengo lo que yo llamo "Blue Gran Vía". Todo el rock más blandito que una se pueda imaginar.
Para los chicos es algo de otro planeta. Para las chicas es "eso" que todas conocemos; de todas formas, yo lo aprovecho para sentirme la prota indiscutible de un plano secuencia que se prolonga por los cines, el Vips, los teatros, con esos bailarines dándolo todo y que te ponen la piel de gallina desplumá. Porque digo yo: ¿para qué tanto movimiento muchacho? ¡deja ya de sonreír de esa manera tan, tan natural!.
Y luego claro, te les imaginas tendiendo camisetas de esas rollo ochenta mientras levantan la pierna hasta el tendedero. Muy viril.
De todas formas no puedes perderte ni un segundo de esa peli, porque hay tanta gente pasando a mi lado medio zombi, todos atontados, como hormiguitas cabizbajas, cargando con algo gris, muy gris, y seguro que cada uno con ganas de echarse unas lagrimitas de esas que no sabes por qué lloras, pero lloras. Y como dice mi Bruce: "supongo que los ojos tristes nunca mienten".
No me apetece nada llegar al metro, así que me voy a parar en frente del suepes de neón, voy a cerrar los ojos, voy a subir el volumen de mi Spotify, y empiezo a girar como una peonza pirada; eso parece decir acercándose con su mirada un gordito que se parece a un oso amoroso. A mi me sale una sonrisa picarona, porque yo no voy para abajo o para arriba, solo giro, como una tonta sí; ¡pero giro! A mi no me lleva la corriente chavales, ¡soy un remolino en un arroyo, me resisto a la corriente! (es muy Zen, pero qué cursi por Dios).
Está claro que esta canción la pongo en la carpeta de favoritos, con su estrellita amarilla.
Me voy al metro.
" I guess sad eyes never lie", sigue la canción...
Qué bonito madre mia, que me pongo a llorar otra vez...
Nandy, por Gran Vía, pero podría ser por cualquier lugar.