

Copyright RAÚL BARCELOS
Puro deseo
He amado demasiado poco en mi juventud Barcelos. He de admitir que hay un cierto número de excepciones deliciosas, y una o dos platónicas. De más está decir que en esta cuenta no se encuentran los hombres nuevos, aquellos que reemplazan sus lazos de familia; de todas maneras tienen demasiado manchado el honor de su mujer.
Los altibajos de mi voluntad me molestaban sobre todo frente a ellos; las inseguridades de mujer, las impaciencias o los temores, los hubiera sobrellevado sin esfuerzo, pero se volvían desproporcionados tan pronto me veía forzada a ocultarlos o peor aún, confesarlos.
Me encuentro gimiendo débilmente entre el silencio de mi habitación y la pantalla del ordenador que dice: puro deseo. Antes siempre me sentía responsable de lo que mi belleza podía desatar; me encontraba encerrada en las evidencias de mis sentidos; ahora me pesa demasiado el vigoroso Hermes.
He de admitir que en el sexo ya nada me inspira nostalgia, ni vana meditación sobre la brevedad de la vida. Nunca cambiaría la pasión por amistad. Dejaría partir a mi amor como un recuerdo compañero con sus locuras y apasionamientos, al fin y al cabo sólo me indujeron nuevas locuras.
¿ Dónde se sitúa el exceso?
Nandy